En una sartén
ponemos el azúcar, el zumo de limón y sin remover, dejamos que se forme el
caramelo y coja un color marrón. Una vez hecho, le agregamos el agua hirviendo
de golpe y removemos hasta que quede un caramelo completamente homogéneo.
Dejamos enfriar y guardamos para futura elaboraciones.
Separamos
100 ml de leche y la templamos 20 segundos en el microondas. Le añadimos 100 g
de harina y la levadura. Amasamos y dejamos fermentar una media hora.
Masa:
En
un recipiente ponemos la harina restante y le agregamos la sal, el resto de
leche templada, los huevos, el azúcar y el azúcar invertido. Por último
incorporamos el prefermento y amasamos hasta integrar muy bien todos los
ingredientes. Para finalizar, agregamos la mantequilla a temperatura ambiente y
terminamos de amasar.
Ha
de quedar un poco blandita la masa para que luego salgan esponjosos los
bollitos.Enharinamos un bol y ponemos
en él la masa tapada con un film. La dejaremos levar hasta que doble su
volumen.
A
continuación, espolvoreamos la encimera con harina y volcamos la masa que habrá
doblado el volumen. Desgasificamos aplastando un poco la masa y vamos formando
bolitas de unos que colocaremos en una placa de horno con papel vegetal. Las
tapamos con un pañito y dejaremos fermentar hasta que doblen el volumen.
Una
vez han fermentado las pincelamos con huevo batido. Les hacemos un corte en la
parte superior y en él ponemos un puñadito de azúcar humedecida con un poquitín
de agua.
Precalentamos
a 210 grados el horno. Metemos la bandeja en la segunda altura empezando a
contar por abajo a 200 grados unos 16 minutos.
Pasados
los 16 minutos, sacamos la bandeja del horno y con cuidado colocamos los
bollitos sobre una rejilla para que se enfríen.
En
un recipiente mezclamos la almendra molida con el azúcar glas y la
clara de huevo. Amasamos bien para dejar una masa fina. Partimos la masa en 5 o
7 porciones, dependiendo de los colores que vayamos a usar. Dejamos una de las
porciones sin añadirle color y le agregamos coco rallado. Amasamos muy bien y
guardamos envuelto en film.
Cogemos
otra de las porciones y le añadimos color rojo y ralladura de naranja. Amasamos
muy bien y envolvemos en film.
Otro
trozo lo coloreamos de amarillo y le añadimos ralladura de limón. Reservamos
La
siguiente porción la mezclamos con café soluble y amasamos para integrarlo muy
bien.
El
resto de porciones podemos colorearlas con azul, verde o morado y ponerles el
sabor que deseemos.
Para hacer las figuritas, cogemos
una porción de masa de coco y hacemos un cono pequeño con ella. Lo hacemos
rodar por la encimera para dejarlo bien liso. Cogemos masa de otro color y
hacemos lo mismo, pero esta vez presionaremos con un dedo la base para hacerle
un hueco que superpondremos en el cono de coco para formar el capirote. Con un
palillo le hacemos dos agujeritos simulando los ojos y podemos decorarle la
parte del cuerpo con tiritas de masa de color formando cruces, botones, cordones,
etc e incluso hacerles una capa con un trocito rectangular de masa.
Cada cofrade podemos hacerlo
combinando los colores que queramos.
En un
bol ponemos los huevos, el azúcar, las ralladuras, el azúcar invertido, la
vainilla, el anís, el aceite, la pizca de sal y mezclamos. Añadimos la harina
junto con la levadura y mezclamos hasta obtener una masa uniforme. La dejamos
en el bol reposar media hora tapada con film.
Pasado
el tiempo, sacamos la masa a la encimera y espolvoreamos un poco de harina.
Cogemos porciones de masa y con cada una formamos un cilindro que cortaremos en
trocitos de unos 12 grs.
Con
cada trocito formamos una bola.
Ponemos
3 dedos de aceite de girasol en una cazuela y sin alcanzar los 170 grados,
vamos introduciendo las bolitas hasta que se doren. Es muy importante que el
aceite esté a temperatura muy suave para que se cocinen bien por dentro.
Una vez
doradas, las sacamos y las rebozamos en azúcar.
Ponemos
aceite en una sartén y freímos el pan cortado en cuadraditos. Una vez dorados,
los reservamos en un plato con papel absorbente para quitar el exceso de
aceite.
Colamos
el aceite y añadimos la cáscara de limón y el anís en grano. Dejamos que se
frían unos segundos y colamos el aceite en una cazuela.
Añadimos
a la cazuela la harina y la refreímos hasta que cambie de color para quitarle
el sabor de harina cruda. Agregamos el agua, el azúcar, el chorrito de anís y
la pizca de sal. Removemos muy bien para que no se formen grumos y cuando
veamos que espesa y comienza a hacer burbujas gordas, lo retiramos del fuego y
lo servimos en recipientes.
Espolvoreamos
canela molida por encima y decoramos con tos tostones de pan fritos.
En
una cazuela ponemos la leche, el azúcar, la miel y la mantequilla. Llevamos a
hervor y dejamos 4 minutos hirviendo suavemente.
Retiramos
del fuego e incorporamos la almendra mezclada con la harina. Removemos bien
para formar una crema espesa. Dejaremos enfriar en la nevera.
Untamos
con aceite una placa de horno y sobre él ponemos papel de horno pegadito. Una
vez endurecida y fría la masa vamos cogiendo porciones pequeñas y las ponemos
sobre la placa de horno y las aplastamos lo más posible. Hay que dejarlas muy
separadas unas de otras ya que se extienden mucho al hornearse.
Precalentamos
el horno a 200 grados e introducimos la placa en la segunda altura por arriba
unos 10 minutos. Tiene que dorarse bien.
Una
vez doradas sacamos la bandeja del horno y esperamos un minuto para poder
manipularlas. Las despegamos con cuidado e inmediatamente las enrollamos en un
tubito para hacerles la forma de canutillo. Las dejamos enfriar.
Una
vez frías las rellenamos con una manga pastelera con nata montada .
Los
conservaremos en la nevera o bien en el congelador.
Ponemos
el agua y el azúcar del mazapán en una cazuela y cuando hierva, lo retiramos y
lo vertemos sobre la almendra molida. Mezclamos y amasamos. Dejamos que enfríe.
Sobre
un tapete de silicona estiramos la masa hasta dejarla con un grosor de 2 o 3 milímetros.
Si se nos pega o rompe un poco, lo arreglamos con trocitos de masa.
Una
vez estirada la cortamos en forma rectangular y la dividimos en porciones de 5
cm. Por 6 cm. Ayudándonos de un palito de brocheta le hacemos marcas
longitudinales a la masa para formarle surcos. Con un cuchillito cogemos una
porción y le espolvoreamos un poco de azúcar glas por el reverso.Cogemos un palito redondo y enrollamos la
masita untando con un poquito de agua el extremo para cerrarla y formar el
canutillo. Así haremos con todos los recuadritos. Los dejaremos secar un par de
horas antes de rellenarlos.
Relleno de yema:
Colocamos
los 3 ingredientes en un recipiente y lo metemos al micro a máxima potencia 1
minuto. Sacamos, removemos bien e introducimos otra vez 1 minuto. Sacamos
removemos y volvemos a meterlo 20 segundos hasta conseguir una textura densa.
Ganache de chocolate:
Introducimos
en el microondas la nata hasta que hierva. La sacamos y añadimos el chocolate
troceado. Removemos bien para que se disuelva e incorporamos la mantequilla.
Continuamos removiendo hasta que todo se haya disuelto.
Ayudándonos
de una manga pastelera, le cortamos una puntita muy pequeña para poder
introducirla en los canutillos y la rellenamos con yema y posteriormente con
chocolate por ambos lados. Reservamos.
Por
último, mezclamos el azúcar glas con el agua para formar una glasa e introducimos en ella los huesos rellenos.
Dejamos sobre una rejilla para que escurra el exceso y sequen.
Colocamos
en un recipiente el agua muy fría, el café soluble y el azúcar y batimos 3
minutos con las varillas de montar o bien con un batidor de mano, si bien en
este caso, tardaremos un poquito más.
Una
vez bien espesa, la repartimos en 4 copas y decoramos con nata montada y
caramelo líquido por encima.
Mezclamos
todos los ingredientes en un bol y amasamos 5 minutos hasta que la masa quede
suave. Dejamos reposar tapada con film hasta que doble su volumen.
Dividimos
la masa en 4 porciones.
Extendemos
cada porción sobre la encimera en la que habremos puesto un poco de aceite y
con las manos vamos extendiéndolas
formando una plancha con cada una sobre papel de hornear. Añadimos parte del
relleno que habremos hecho mezclando los ingredientes.
Plegaremos la masa doblando un extremo de la circunferencia hacia el
centro, pero sin llegar a él totalmente para ir dejando un hueco central. A
continuación, tomamos uno de los vértices que nos ha quedado y lo plegamos
hacia el centro y sobreponiéndose ligeramente al pliegue anterior. Repetiremos
el proceso hasta tener toda la masa plegada en forma de flor.
Recortamos el papel de horno alrededor del refollau
para poder trasladarlo a la bandeja de horno.
Volvemos
a pincelar con aceite el exterior de la torta y espolvoreamos por encima azúcar
para que al hornearse se caramelice. Vamos dejando los refollaus sobre la placa
de horno con papel vegetal y volvemos a dejar 30 minutos fermentar. A continuación introducimos en el horno
precalentado a 200 grados en la segunda altura empezando por abajo unos 25 minutos.
Podemos hornearlos con aire a 170 grados.
Batir los huevos con el azúcar y el azúcar
invertido hasta que esté espumoso y la mezcla casi haya doblado su volumen.
Añadir el aceite y seguir batiendo. Agregar la harina con la levadura tamizada
y batir a velocidad baja.
Una vez bien mezclada la masa, la tapamos con
papel film y la dejamos 2 horas en el frigorífico.
Transcurrido el tiempo, sacamos la masa, la
removemos con una cuchara e iremos llenando los moldes de magdalenas ¾ de
capacidad. Yo acostumbro a meter los moldes de papel dentro de moldes rígidos
para que suban mejor.
Precalentar el horno a 240 grados e
introducir la bandeja con las magdalenas en la segunda altura del horno por
abajo y bajar el fuego a unos 220 grados durante unos 18 minutos o bien cuando
al sacarlas y las pinchemos con un palillo, salga seco.
Ponemos una cazuela al fuego con el agua, la
mantequilla, la pizca de sal y el azúcar. Una vez disuelta la mantequilla
añadimos de golpe la harina.
Removemos bien para que se cocine la harina y
esperamos a que se despegue de las paredes de la cazuela.
Retiramos del fuego para que se temple y agregamos
los huevos de uno en uno. Hasta que no se haya integrado el primero, no
echaremos el segundo. Ha de quedar a punto de corbata, es decir, que cuando
cojamos una cucharada de masa y la dejemos caer, tiene que caer como una cinta
ancha o corbata. Con fluidez.
Dejamos reposar media hora la masa.
En otra cazuela ponemos abundante aceite y
cuando esté caliente (160 grados) vamos echando con una cuchara porciones
pequeñas de la pasta. Veremos que se darán la vuelta solas y poco a poco se
irán dorando. Cocinarlas bien para que no quede masa cruda dentro y se nos
desinflen. Una vez bien doradas las sacamos a un plato con papel absorbente y a
continuación las pasamos a otro plato con azúcar embadurnándolas bien.
Si las queremos rellenar, esperaremos a que estén
frías
En un recipiente ponemos la harina junto con la pizca de
sal, el azúcar, el azúcar invertido, la levadura, los dos huevos, las
ralladuras, el aceite, la vainilla y el azahar y la leche templada en el micro.
Amasamos bien hasta tener una masa trabajada sin grumos y dejamos reposar
tapada con film hasta que doble el volumen.
Una vez ha doblado el volumen la sacamos a la encimera
espolvoreada con un poco de harina y desgasificamos la masa.
Cogemos la masa y la boleamos metiendo los bordes hacia
abajo. Podemos ayudarnos untándonos las
manos con un poquito aceite. Luego cogemos un pizco de masa de la parte
superior y estiramos en forma de churro para poder formar un nudo.
Volvemos a dejar reposar la torta tapada con un paño hasta
que doble el volumen.
Una vez fermentada, batimos un huevo y pincelamos la
superficie de la torta. A continuación espolvoreamos azúcar por encima
generosamente.
Precalentamos el horno a 180 grados e introducimos la
bandeja a media altura unos 30 minutos o bien hasta que se dore y pinchemos con
un palillo y salga limpio. Los últimos 8 minutos pondremos el horno con aire a
170 grados para que se dore homogéneamente.
Quitamos
la piel exterior de las cebollitas y las colocamos en una sartén con una nuez
de mantequilla, un poquito de sal y 1 o 2 cucharadas de azúcar, según deseemos.
Dejamos
que se cocinen un par de minutos y añadimos el vino y el agua, de manera que no
lleguen a cubrir por completo las cebollitas. Dejaremos cocer a fuego medio
unos 15 minutos o bien hasta que veamos que se ha evaporado el agua y nos queda
el glaseado recubriendo las cebollitas a modo de caramelo suave.